Había atravesado caudalosos ríos, subido altas montañas, recorrido exuberantes selvas, sorteado animales salvajes y eludido la persecución de tribus caníbales. Por fin se encontraba cerca del tesoro de los incas.
Sonaron las 6 de la tarde. Cerró el libro y bajó a hacer las compras. Otra vez la vida gris y rutinaria. Pero sabía que volvería para llevarse aquellas riquezas.
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