Se me ha llenado la ciudad de bares y aún así me faltan tragos para olvidarte.
Será que de tanto veneno que me has dado se me ha hipertrofiado el hígado
y ahora el alcohol embotellado es una broma para mi organismo.
O quizá es que ya ni me fío ni me fían, así que me paseo de lado a lado de la calle, pero no por el seseo de mis pasos, ni las eses que hace mi lengua, sino buscando donde caer rendido ya antes de la pelea.
Tranquila, ya no encuentro enemigos ni nadie me pega.
Tengo tan rotos los nudillos
de hurgar en la herida que me dejaste, que no les merece la pena.
Deja un comentario