Aquella mañana iba a ser muy distinta a cualquier otra. Ese día en su taller de taxidermia irrumpió la policía con la intención de detenerle.
¿Detenerme?,¿Por qué? Trabajo en mi próximo ejemplar. Admiren que hermosura, piel suave, lineas perfectas, pelo brillante y denso. La Taxidermia es una ciencia, ¿la conocen ustedes? —quiso saber—.
Sí —contestó el policía, mientras le ponía las esposas—. Pero… está trabajando con humanos. Ha profanado distintas tumbas del cementerio, ha robado los cuerpos y tiene expuestos a los difuntos. Por el amor de Dios, ¡¡SON CADÁVERES!!
El taxidermista miró a lo que él llamaba sus “obras” y sonrío con malicia.
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