Tenía una duda, entonces le dije: papá, tengo una duda.
-Preguntale a tu madre me respondió sin dejar de escribir y mirar la pantalla de su computadora.
-Mamá tengo una duda.
-Preguntale a tu padre respondió ella.
– Papá me dijo que te pregunte a vos.
-Entonces preguntale a tu maestra.
-Maestra, tengo una duda.
– Si es sobre matemáticas, física u otra, anda a consultar al gabinete especifico…
Al poco tiempo, viajando en el auto todos juntos, mamá me pregunta:
-Querida ¿solucionaste ese problema que tenias?
-Cual ¿el de la duda?
-Sí, ese, respondió papá ¿la resolviste?
-Si.
– ¡Que bien! ¿cual era la duda?
– Dudaba si los adultos sabían resolver sus dudas y otras cuestiones.
-Y ahora ¿lo sabes?
– Si.
-Dinos ¿como resolvemos los adultos las dudas y demás cuestiones?
– Preguntales a los abuelos.
Y sin agregar palabra pensé: ahora sí soy adulta. Y no tengo dudas, “todos necesitamos que los demás estén bien educados”, lo demás, lo demás es puro cuento.
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