Algún día quizá deba preocuparme en saber qué dicen las letras de esas canciones que tatareaba y bailaba al ritmo de mis primeros años, en los que empezaba a entender la vida, como ahora que me remonta a esa época y me revela que igual sigo siendo el mismo.
Quizá también eso sea la respuesta del por qué esa música Pop-Rock de décadas pasadas, pero recientes, es parte de mí. Era y sigo siendo un no bilingüe, enamorado de ella y con la que crecí sin entender qué decían sus letras. Los solos de guitarra, el sonido de la batería y los gritos extraños y desgarrados de los cantantes no me exigían más, era suficiente y estimulante lo que me transmitían. Ahora sigo imitando con mis manos el tecleo del piano y el tarareo de la letra de un idioma que sigo sin hablar, y me sigo creyendo único y libre.
Prefiero seguir inventando esas letras, que seguro hablan de amor y libertad, y seguir así buscando mi destino.
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